Preocupaciones con forma de perro

 Muy probablemente uno de mis lagrimales entienda que si deja caer la lágrima, ya no habrá vuelta atrás.


No estaremos preparados jamás para las malas noticias. 


Y cuando soy yo quien las recibe, primero sale el sollozo antes que la palabra.


Los rastros rojizos en mi piel me recordaban tu angustia.

Y yo te sostenía, como siempre lo hago, con fuerza.


Ya no temblabas por los truenos, sino por la fiebre, y tu mirada no era redonda, sino un poco más ovalada. No me reflejaba.


Son malas noticias. No estoy acostumbrada. En mi vida todo lo bueno pasa o no pasa nada.


Y ahora que acostada siento tu cabeza caliente, comprendo que los ratos son eso queremos y siempre perdemos.


Espero poder abrazarte mañana.

Porque no podría aguantar, mirar a tus ojos y que ello no me miraran.


En los minutos en los que vuelvo a la realidad, toco tu panza. Siento tu respiración. Abro tus ojos. Me da miedo que no existan tus movimientos; que ya no sienta calidez. 


Mañana seré feliz si nos cuidamos la presencia y sobre todo si vuelves a patear en tus sueños o a juguetear en la cama.


Alguna vez le prometí a una pecosa y manchada recibir a un nuevo amor. Yo siempre la recuerdo cuando te veo a ti. 


Sé que traerte fue volver a darle oportunidad a lo efímero, pero pasaría tal dolor una y otra vez si esta es mi única vida y solo si nos encontramos en algún cielo.


Quédate, hasta que suspiremos por todo, menos por última vez

Comentarios

Entradas populares de este blog

De aquel amor

El show de los tristes

Lo admito