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Mostrando entradas de febrero, 2018

¿Y si sangramos?

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¿Y si sangramos? Llegan, hieren, se van. Golpean las nubes de los sueños, contaminan los mares hechos a lágrimas continuas Se van. El miedo y el dolor te abruman, sin embargo te vuelves su mejor amigo. Corazones rotos. Al parecer todos andamos con el común de tener uno. Ya sea el nuestro o el de alguien más. Porque aunque no lo creas… Los corazones rotos también le pertenecen a alguien. Y sí, sangra el corazón, sangra la vida y sangra el alma. Pierdes y te pierdes entre los latidos arrítmicos. Y justo cuando estas a punto de morir. Te salvan. Te salvas.  y salvas.

Espejo.

Simple material, reflejando el vacío, guarda emocionalmente los placeres del olvido. Apreciaba mis nudillos y leía decepciones. Cuanto dolor con tan pocos roces. Solía aferrarme al conticinio de la noche y reconocerme en su negra infinidad. Al parecer esta sempiterna soledad vendrá por té y la dejaré entrar. ¿Y la niña que soñaba con cantar en todas las veladas? No lo sé. tal vez simplemente ya cambió de balada?

Rota de amor.

Recuerdo el día en el que me dijiste que te sangraba la nariz por primera vez. No sabía como darte la noticia de que te estabas muriendo por dentro. Que estabas rota, destruida. Casi cual cirugía. Tan simple como el corazón abierto. Pero no de felicidad, cariño. No. De dolor y heridas. Allí fue cuando comprendí que simplemente no eras consciente de que aquello te consumía. Morías. Y durante ese proceso, destruías, e intentabas encontrar un corazón nuevo para refugiarte, adueñarte y apuñalarlo con la delicadeza de un beso de hilo. Combinabas químicos por doquier, al punto de perder la razón y cederla al alcohol. Fue entonces cuando me conociste a mí. Y de ahí en adelante sabía que me tendrías que herir. Me puse capa y espada y le advertí al todo ritmo que lo que se venía sería espeluznante. Latió dos veces Y me impulsó junto a los nervios. He aquí la historia de la fortaleza de la que Benedetti habla frente al corazón coraza. De ahí en adelante, solo