De aquel amor
Yo si algo tenía claro era que no creía en el amor, pero sí en los fantasmas. Desde muy pequeña, comencé a hablar con alguien en el espejo. No entendía muy bien porqué le contaba mis secretos, ni si realmente existía algo que me escuchaba, pero sí tenía muy presente que lo que susurraba a mis oídos eran las únicas palabras de recogimiento, casi que mis primeros encuentros con la melodía. Porque en sus susurros siempre existía una canción constante. Unos sonidos irremediablemente tristes. No me producían escalofríos, más bien me generaban una sensación que, aunque me fuese ajena, parecía lo más cercano a una vívida experiencia. Me daban una sensación de melancolía. Ella, porque era ella, tenía un aliento helado. Nunca la pude abrazar. Ni siquiera pude ver realmente su rostro. Solo escuchaba sus sollozos en el reflejo que mostraba la esquina de mi habitación. Mi hermano también la veía, pero ignoraba su presencia, porque no quería hacerse cargo de tanto dolor a tan tempra