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Mostrando entradas de febrero, 2021

Monólogo de la muerte

Inspirado en el libro La Intermitencias de la Muertes de José Saramago. No sé si renunciar a mi primer y único trabajo. Es lo único que sé hacer. Además, él no sabe quien soy. Algún día tendré que contarle. Y si no consigue salir nada de mi boca, le haré una carta. ¿Sabrá él diferenciar entre una carta de amor y una de La muerte? El remitente es el mismo. pero debería cambiar el color. ... Nunca podré decir “hasta que la muerte nos separe”, sería bastante extraño. ¿Por qué estoy pensando en una vida con él? ¿Tengo derecho alguno a hablar de la existencia? ¿Cómo sé que me he enamorado? Buscaré en internet, tal vez. ¿Palpitaciones aceleradas? ¿Cómo podrían entrar mariposas al estómago? ¿La droga del amor? Esto parece una enfermedad más letal que mis trabajos anteriores. Bueno, por lo menos no es cáncer. ... ¿Le gustaré en este cuerpo? ¿Le gustará mi color de piel? ¿Y si dejo de gustarle? ¿Cómo hacen los humanos para lidiar con esto si no saben ni escribir mi nombre bien? Definitivamente

Preocupaciones con forma de perro

 Muy probablemente uno de mis lagrimales entienda que si deja caer la lágrima, ya no habrá vuelta atrás. No estaremos preparados jamás para las malas noticias.  Y cuando soy yo quien las recibe, primero sale el sollozo antes que la palabra. Los rastros rojizos en mi piel me recordaban tu angustia. Y yo te sostenía, como siempre lo hago, con fuerza. Ya no temblabas por los truenos, sino por la fiebre, y tu mirada no era redonda, sino un poco más ovalada. No me reflejaba. Son malas noticias. No estoy acostumbrada. En mi vida todo lo bueno pasa o no pasa nada. Y ahora que acostada siento tu cabeza caliente, comprendo que los ratos son eso queremos y siempre perdemos. Espero poder abrazarte mañana. Porque no podría aguantar, mirar a tus ojos y que ello no me miraran. En los minutos en los que vuelvo a la realidad, toco tu panza. Siento tu respiración. Abro tus ojos. Me da miedo que no existan tus movimientos; que ya no sienta calidez.  Mañana seré feliz si nos cuidamos la presencia y sobre

Conversaciones

Querida María Mercedes: ¿Cómo deseas que te cuente la vida? Debo decirte que el olor metálico de la calle es lo más próximo que he tenido a una caricia. Que me visto por no dejar, para engañar, y maldecir bajo el escudo estampado en mi boca. A veces cuando me desnudo se me va un error de ortografía. Y otras veces considero que los sueños tienen toda la razón. El amonio cuaternario limpia el odio. Los amores incluyeron más látex en sus veladas. Los rebeldes predican su revolución para llegar a casa y ver a su abuela hipnotizada. Pienso yo: afuera el viento, el olor metálico de la calle. Es lo que nos falta, pero no lo único que nos queda.