Hasta siempre nunca, sombra de gato.
Hasta siempre nunca, fueron las palabras que pronuncié antes de despedirte de mí y despedirme de ti. Noviembre se volvió por fin un mes para reconocer, créeme, no lo olvidaré nunca. Tú tienes lo que nadie jamás tuvo y aunque puede que nunca te vuelva a encontrar, siempre serás protagonista de la historia que más nervios desató en mí con tan solo diecisiete años. Y sí, aquel gato que andaba por el suelo perdió su fetamina y a la admiradora de la noche, su noche. Tal vez algún día logre comprender porque el gato maullaba una y otra vez, sin enterarse que encima de él tenía el lucero más lindo del mundo. Aprendí en tan solo un año que las siete vidas de aquel ser sí existen y que internamente es más que inmortal. A veces solía salir sin dejar rastro alguno, otras veces arañaba tan pero tan profundamente, que alcanzaba a tocar el corazón. Recuerdo que abría su negra y blanca alma en la madrugada confesándome que desde lo más alto, le escribía a las luces de la ciudad, y aunqu