Los sueños.

Ahora estoy triste.

Y escribo desde la profunda y doliente tristeza.

Desde pequeña he tenido sueños tan grandes que podrían superar todo lo que vemos cuando estamos dormidos.

Y aunque así no fuera, se me permitió ver más allá, conocer los colores, cantar cuanta canción quisiera y fluir emocionalmente entre la humanidad.

Pero en este proceso, no dejo de sentir una asfixia que vino como ‘etiqueta’ conmigo cuando llegué, crecí y me formé como ‘mujer’ en sociedad. 

Cuando eres pequeña, no te imaginas que el mundo te vea como un potencial peligro, o como un objeto valioso que debe ser cuidado.

Pero ese cuidado no tiene más que un trasfondo lleno de adaptación a un entorno en donde el hombre parece ser primero. 


¿Nacidas de la costilla de Adán? 

¿Para qué? ¿Para servirle?

Es duro soñar, y aunque ahora pueda tener un dolor atascado en la garganta, no puedo evitar pensar en todas estas ideas sobre libertad que tengo en la cabeza. Todas estas ideas que anhelo y me han llenado de tanto miedo, porque enfrentarse a un mundo es no entender, pero sí entenderse. 


¿Qué vendrá para los que creemos el tiempo contado?

¿Qué vendrá para las niñas que quieran soñar?

No es posible que con tan solo veinte años sienta a el mundo tan ajeno y dentro de este sentimiento no abunde más enojo contenido. 

¿Quién nos coronó inmortales?

¿Por qué quieres desafiar a un dios nuboso para liberarse de su pérdida?

¿Nadie les contó que existían los finales felices?

Pero, nada será suficiente para nosotros. 

No soy buena persona.

No somos buenas personas.

No somos ‘la mayoría’.

Ninguno de estos deseos es suficiente cuando todos seguimos pensando que somos ‘buenas personas’.


Tengo miedo de soñar.

Por mis encuentros emocionales con el mundo. 

Por mis ideas forzadas a encajar.

Por mi poca capacidad para servir de forma eficaz.

Por ser tan insuficientemente humana. 

Y, por ser, orgullosamente mujer. 


Estoy triste porque los sueños están allá afuera,

y yo estoy muy cómoda acá dentro.


Comentarios

Entradas populares de este blog

De aquel amor

El show de los tristes

Lo admito