Lo que encontré
Negra
fue la visión cuando te vi con otra vida
ajena
Tal
fulana agarraba las líneas de tus palmas como si tuviera propiedad alguna.
Tus
ojos se centraban en la acera, justo en ese lugar en donde se mezclaba el gris
del todo y nada.
Un
gris que traspasó mi pulso y lo disparó.
O
más bien, le disparó.
Tres
tiros fueron los que informó la policía.
Tres
tiros con un silenciador
de
voz.
Que
estúpida fui al no haberme cruzado a otra acera cuando había tiempo.
O
a otra vida cuando en esta me veía amenazada.
Ahora
el rojo destella, empapa y quema.
Me
muero entre cada kilómetro.
Y
mientras, tú, sigues siendo aquella víctima que no sintió ni siquiera dolor.
Espero
que al menos, recites mis poemas de vez en cuando para no morir entre tanta
ausencia en tu corazón.
O
mejor, regálaselos a mi madre y por favor, explícale con la mirada y la pupila
expandida como fue que me enamoraste.
Y
te lo advierto, cuídate, mi papá no se fía de rompecorazones.
Probablemente
ahora entiendo el porqué.
Me encantaste
ResponderEliminar