Mis mejores amigas.
En
días como estos existe soledad y melancolía, mis mejores amigas.
Fue
curioso nuestro encuentro con el mundo ya que siempre estuvieron conmigo.
Nacieron
a la misma hora y el mismo día que yo, como si estuviera planeada nuestra
venida.
Y
cuando no lloré al salir de mi madre, entendí el mundo y sus inseguridades,
pero no me dejaron disfrutarlas, ya que estaba en la línea entre el allá y el
acá, segundos después me di de golpe con la realidad y tuve mi primer encuentro
con las lágrimas.
Y
es que soledad tiempo después me confeso que el señor destino le dijo un
secreto que aún no puede revelar, sin embargo me afirmaba que era fiel a su
única petición, que era la de no abandonarme.
Nos
hemos vuelto tan amigas que me cuenta la complicada relación amorosa que tiene
con la vida y la muerte. Me dice que las dos son igual de adictivas pero que
ella en especial tiene cierta debilidad frente a la muerte.
Yo
le aconsejo que escuche a su corazón y solo me dice que la vida le recuerda
quien es y la muerte de quien se olvidó.
También
están estás veces en las que mi amiga melancolía se une a nuestro grupo y nos
comparte sus delirios. No la culpo por enojarse con el mundo por compartir
sonrisas falsas y por criticar su presencia. Y es que allí está su esencia, en
que ella disfruta de nostalgia, su eterna enamorada.
Me
siento agradecida con ellas, porque aunque a veces las olvide, son las únicas
que siempre vuelven, que aman mi corazón roto, que lloran las casualidades
conmigo, que arrancan almas vacías y me enseñan 365 maneras de llorar, algunas
veces agregan otra, pero es solo cuando el mundo decide cambiar.
Comentarios
Publicar un comentario